domingo, 14 de abril de 2013

Deliriosdepoder

Hoy no vengo muy inspirada (porque soy una chica :$ Hola, cielo. Esto lo borras).
Así que hablaré de cosas banales. Les contaré una pequeña anécdota que viví hace... No sé, dos o tres años.
Me desperté, como buen trabajador, a eso de la una de la tarde. Me estiré, bajé de la cama de un salto y fui casi arrastrándome hasta la cocina. Esperé a que mamá me pusiera la comida en el plato, y la devoré nada más pude. Cuando acabé, me tumbé en el suelo de la habitación donde dormía. Era verano. El Sol calentaba el parqué. El aire olía a descanso. El viento acariciaba los árboles que se veían desde la ventana del salón.
Era tan bonito...
Desperté a mi hermano, y nos fuimos a dar un paseo. Me encanta pasear. Salía a pasear todos los días con mi hermano al parque, y allí me encontraba con mis amigos.
Eran buenos tiempos, sin duda.
El caso es que terminó el paseo. Yo hablaba con mi hermano, pero él no me hacía demasiado caso. No sé si no podía o no quería prestarme atención.
Cuando llegamos a casa, papá dijo que nos íbamos a la playa.
¡A la playa! Nunca había ido a la playa. ¡Me moría de ganas!
Subí de un salto adentro del auto, y todos subieron conmigo. El viaje por la carretera era precioso. Estuve con la cabezza fuera de la ventanilla tooodo el recorrido. Mi hermano no hablaba. Debía de estar ansioso por llegar, como yo.
Entonces, de pronto, papá paró. Mamá y papá bajaron del auto. ¿Qué pasa?, me pregunté. Habríamos pinchado, o algo así. La verdad es que no sé mucho de mecánica, pero sé que un auto se puede parar de golpe por mil motivos. Pero papá seguro que lo arreglaba.
Papá se acercó a la puerta donde yo estaba, la abrió y me dijo que me bajara. Yo bajé. No entendía muy bien por qué, pero papá estaba arreglando el auto, así que cerré el hocico.
Mi hermano me miró. Parecía triste. Me dio risa. ¡Tampoco pasaba nada! Llegaríamos un poco más tarde a la playa, y ya. No era para estar triste.
Papá y mamá subieron al auto de nuevo, pero se les olvidó abrirme la puerta para que yo subiera.
El motor rugió. ¡Papá!, grité. ¿Qué pasa? ¡Se olvidan de mí! ¡Eh!
Las ruedas se movieron. Primero muy despacio, después aumentaron velocidad.
Se iban.
¡Se iban!
Se fueron.
Y aquí termina mi historia. Nadie sabe qué fue de mí después de aquello. A nadie le importa.
Al fin y al cabo, sólo soy un perro más al que dejan tirado en las carreteras.

1 comentario:

  1. Cielo, es increíble. Me siento horrible copiando. Además, nunca he vivido con mi padre. El padre de mi hermano no es el mío. Pero, lo voy a publicar igual. Pero con tu.nombre.

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