miércoles, 27 de junio de 2012

Y las horas perdidas, para mí.

¿Sabes, Papel? Nunca sabré qué es lo que se siente al crecer con una persona. Nunca sabré valorar el Amor que florece imparable durante toda una vida. Jamás entenderé a la gente une lazzos tan potentes desde prácticamente la cuna.
Ains, Papel, mi eterno compañero. Siempre tan callado, tan hijo de puta. ¿Cuántas veces te he pedido deseos imposibles de cambiar el destino a mi placer? ¿Y cuántas veces me has demostrado que el destino jamás hará las cosas para mí?
No lo sé.
Vivir en muchos lugares, conocer a muchas personas, besar tantos labios y enamorarse de tantas miradas, no me sirve de nada si no puedo ser más grande que los lugares que mi huella abarca.
Mi propia historia me sobrepasa.
Fui, soy y seré un nómada con una risa gris y un puñado de mentiras preciosas que ofrecerle al Mundo.
Capazz de enamorar a la más bella y bailar con la más fea.
No tengo mucho que ofrecerle a nadie, pero daría mi pierna buena por poder cambiar con los míos.
Todo viajero sueña con dejar lágrimas en el puerto de salida y recibir saludos de amigos en el de llegada.
Yo no.
No quiero dejar lágrimas, no quiero irme. No quiero despertar un día y ser completamente consciente de que estoy solo, de que siempre lo estaré.
Cuando vuelva, nada será lo mismo.
¿Qué ha sido de ti? ¿Qué fue de nosotros? ¿Qué ha sido de mí?
Y tú siempre estarás conmigo, Papel, siempre serás lienzzo para mis sueños de poeta dormido acunado por la Luna y calentado por las estrellas.
Y todas las horas perdidas, para mí.
Todo lo que sueñe lejos de los míos, para mí.
Todos los besos que me arranque el destino, para mí.
Tú, para mí.
¿Y qué es un poeta sin letras? Como una ventana sin cristales, como una calle sin nombre, como un beso sin amor.
Como una vida sin ella.
Papel, nos volveremos a encontrar.
Y entonces podré decir que, a pesar de lo que dijo el destino, volví a enamorarme de aquellos ojos que lloraron por mí en el puerto de salida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario